
En la mitología vasca se habla de los Jentillak (los gentiles o gigantes de la montaña) que eran unos seres con una fuerza colosal que se dedicaban a lanzar piedras de un monte a otro. A ellos responsabilizaron de la colocación de algunas enormes piedras que aparecen en extrañas situaciones, como si "alguien" las hubiese empujado desde la cima de una montaña.
Con la llegada del cristianismo se comenzó a hablar que fue el mismísimo
Sansón el que arrojaba las piedras. Se cuenta por ejemplo que arrojó desde la cima de el monte Uzturre una gigantesca piedra hacia Tolosa. La piedra tropezó con una bosta de vaca y fue a parar a Illamendi, donde aún está y es conocida como Sansonarri, la piedra de Sansón (con ese mismo nombre son conocidas otras piedras en Deierri, Zestoa, Urnieta y Azkaine).
Pero ahora que tengo un blog tengo que confesar la verdad.

Yo soy el auténtico responsable. Cuando llego con mi piedra a la cima y cae ladera abajo, bajo a buscarla, pero... no siempre la encuentro. Cuando se me extravía la piedra cojo disimuladamente otra cualquiera, a los dioses en realidad no les importa pues sólo quieren hacerme sufrir.
Lo siento, de verdad. ¡Disculpadme!.