
Después de una "eternidad" repitiendo una y otra vez lo mismo. Después de tantos años que ya ni siquiera recuerdo cuando dejé de contar las veces que subí la roca hasta la cima... para ver como caía de nuevo montaña abajo... algo está cambiando.
No siempre me costó el mismo esfuerzo llegar hasta la cima, y no siempre sentí la misma frustración cuando los dioses volvieron a arrojar la roca hacia al abismo.
Pero las últimos viajes han sido muy duros, y lo peor ocurrió a comienzos de la semana pasada.
Como siempre, al llegar a la cima los dioses me arrancaron la piedra de las manos y la tiraron montaña abajo, y como siempre yo bajé decidido a subirla una vez más, pero.. no conseguí encontrarla, por más que busque no estaba donde siempre, no estaba allí.
Tampoco estaban el tonel sin fondo de las
Danaides, ni la burra de
Ocnos, ni el águila de
Prometeo, ni la rueda ardiente de
Ixión, ni el árbol cargado de frutos de
Tántalo.
Todos nos mirábamos unos a otros en silencio, desconcertados. Hasta que los dioses se manifestaron y nos comunicaron que la
crisis había llegado al
Tártaro, y que por ello estaban reduciendo gastos. Y que además habían decidido externalizar algunos departamentos para centrarse en su actividad principal ("generar sufrimiento" supongo), pero que sin duda en unos pocos días se regularizaría la situación y podríamos continuar con nuestras condenas... eso si: ¡no todos!
Los dioses también han decidido que para pasar mejor la crisis es conveniente ir ligeros de carga y que por tanto su intención es reducir la plantilla en al menos cinco personas.
Ya no es la primera vez que ocurre algo así y no me pilla de sorpresa que los que se han pasado media eternidad repitiendo obsesivamente aquello de que "
estamos todos en el mismo barco", al primer riesgo de tormenta comiencen a tirar a la tripulación por la borda. Porque nunca creí aquello de que eramos el principal activo del infierno, y siempre supe que para los dioses no somos inversiones sino gastos, puro lastre.
Pero sin duda el infierno continuará adelante, la tormenta pasará y los dioses volverán a intentar motivarnos diciendo a los que queden que "
estamos todos en el mismo barco" y nosotros volveremos a asentir con la cabeza y a simular que les estamos creyendo.