El apuntador
El apuntador está triste.
El teatro en que trabajó los últimos 17 años representó su última función y cerró sus puertas hace ya 3 meses. Pero nadie se acordó de avisar al pobre apuntador.
Él siguió acudiendo a su trabajo, con la manoseada copia del guión en sus manos, dos horas antes del comienzo de cada función, ...siempre le gustó llegar el primero.
Esperó a que llegaran los actores, esperó a que llegara el público, esperó a que llegara alguien, esperó...
Al día siguiente volvió a acudir a su concha de apuntador, y al día siguiente igual, y al día siguiente lo mismo...
A la semana siguiente, asomó la cabeza fuera de su concha de apuntador, buscando a alguien que necesitase que le recordaran el guión, pero en el teatro no había nadie, por lo que volvió a meter nerviosamente la cabeza en su concha de apuntador.
De vez en cuando vuelve a asomar la cabeza por si aparece alguien que lo necesite .... y aún sigue esperando. Ya casi ha perdido la esperanza de que alguien aparezca, porque él más que nadie sabe la mala memoria que tiene todo el mundo. Pero cada día sigue acudiendo a su concha de apuntador y espera agazapado, desde dos horas antes del comienzo de cada función.
El teatro en que trabajó los últimos 17 años representó su última función y cerró sus puertas hace ya 3 meses. Pero nadie se acordó de avisar al pobre apuntador.
Él siguió acudiendo a su trabajo, con la manoseada copia del guión en sus manos, dos horas antes del comienzo de cada función, ...siempre le gustó llegar el primero.
Esperó a que llegaran los actores, esperó a que llegara el público, esperó a que llegara alguien, esperó...
Al día siguiente volvió a acudir a su concha de apuntador, y al día siguiente igual, y al día siguiente lo mismo...
A la semana siguiente, asomó la cabeza fuera de su concha de apuntador, buscando a alguien que necesitase que le recordaran el guión, pero en el teatro no había nadie, por lo que volvió a meter nerviosamente la cabeza en su concha de apuntador.
De vez en cuando vuelve a asomar la cabeza por si aparece alguien que lo necesite .... y aún sigue esperando. Ya casi ha perdido la esperanza de que alguien aparezca, porque él más que nadie sabe la mala memoria que tiene todo el mundo. Pero cada día sigue acudiendo a su concha de apuntador y espera agazapado, desde dos horas antes del comienzo de cada función.
8 Comentarios:
Tiene miedo que un desliz amoroso ponga en peligro su trabajo. Si... es que este hombre en el fondo se ha enamorado de su trabajo.
Nunca se permitió dar rienda suelta a su yo y jadear espontáneamente mientras amaba porque , del teatro, había asimilado como propio que hay que guardar silencio durante la representación.
En el amor permanecía escondido esperando algún gesto que reclamara sus servicios: poco más. Su trabajo le había enseñado que un apuntador nunca puede acercarse y decir: "Tengo algo importante que decirte".
En literatura sabemos que el tímido siempre es el culpable.
Pobre... nunca encendió los focos ni hizo del escenario su lecho de amor.
Jamás pernoctó en el departamento de ventas ni gineceó sobre la gran mesa de la Sala de Juntas. No se desahogó en el pasillo mientras el verdilíquido elemento lo llevaba encadenado en pos del desenfreno, osea del "más yo".
... hasta que un día, en que se había quedado adormilado sobre sus brazos, le despertó un tumulto, un ruido infernal, inaprensible ... polvo por todas partes, luces giratorias y pitidos estridentes. De pronto, una figura enfundada en un mono azul y casco amarillo exclamó - ¡eh!, parad, parad... que aquí hay un tío durmiendo - el estruendo paró como por arte de magia y varios hombres, rudos trabajadores de la empresa de derribos, la mayoría de tez oscura, se acercaron y rodearon al pobre apuntador - Que alguien llame a los servicios sociales, ¡estos mendigos sin techo están por todas partes, alguien debería hacer algo! exclamó uno de los hombres que tenía el mono más limpio que los otros.
Al cabo de unos meses, de camino al cajero automático que le iba a servir de dormitorio en esa gélida noche, el ex-apuntador pasó al lado de donde había estado su teatro y no lo reconoció. Claro, ahora era un centro comercial.
[Perdón Telémaco, pero no he podido resistirlo] - Muy bueno el cuentecillo
¡Guau! No sé por donde seguir ... me habeís dejado los dos boquiabierto.
El "mañana" escribirá el desenlace de la vida del apuntador, si es que lo tiene. Pero mientras tanto me han encantado vuestras alternativas. Gracias.
Este blog no tiene lectores, en este blog comentan genios y artistas.
El Renacimiento está aquí de nuevo cuando ya nadie lo esperaba.
Habeis conseguido emocionarme.
Gracias a los tres.
¿Alguien más se anima a sorprendernos?
Y así continuará año tras año, por toda la eternidad, porque tampoco se ha acordado nadie de avisarle de que un buen día, tan discretamente como ha acudido siempre a su trabajo, ha traspasado la frontera de este mundo.
Un buen día acabarán llegando uno a uno todos los actores que habían abandonado el teatro. De nuevo se encenderán las luces y volverá a comenzar la representación. Y el apuntador será feliz.
(con tanto nivel me daba cosa participar)
carmen te apunto en la lista de los artistas. Gracias.
Ahora con el powerpoint ya no es necesario el apuntador. ¿has leido lo de Martínez sobre este tema?
Puede ser, pero personalmente, cuando veo que alguien saca el PowerPoint y comienza a pelearse con el proyector, con el ratón inalambrico, y con el portatil, me pongo a temblar y a maldecir la perdida de tiempo que viene a continuación.
El apuntador no se inventó para estar cara al público, cuando un actor sale a escena y te pone al apuntador al frente para que lo leas bien, lo que sobra no es el apuntador sino el actor ;)
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