El circulo del 99
He leido en Depende... una pequeña historia que se llama "El circulo del 99"(1 y 2) que me ha hecho recordar mi infancia.
Cuando yo vine al mundo, mis padres vivian en un pequeño piso, de no más de 40 metros, en un barrio obrero de una gran ciudad. Cuando los vecinos volvían del trabajo, si el tiempo acompañaba, se juntaban en la calle para charlar, con sillas que bajaban de casa. Los niños mientras tanto, jugabamos a hacer carreteras en el barro para después echar carreras con chapas de Bitter Cinzano (eran las mejores). Recuerdo subir a casa preparándome a la bronca de mi madre "pero mira como me viene, pero como me traés la ropa.. y los zapatos".
Mi padre fue progresando profesional y económicamente y nos mudamos a otro piso más grande en el mismo barrio; incluso tenía mi propia habitación. También allí bajaba a jugar con los amigos, pero como no había barro y había coches, a veces no encontrabamos a que jugar y nos aburríamos. Eso sí, ya no ensuciabamos la ropa y mi madre no me regañaba. Los mayores no bajaban a charlar a la calle, y aunque conocían a los vecinos sólo charlaban cuando coincidían en el ascensor.
Finalmente a mi padre le nombraron jefe de departamento, y compramos un piso de más de 200 metros en la mejor zona del barrio, con portero y todo. Allí los niños no bajaban a la calle, porque era muy peligroso, decía mi madre. Los mayores sólo conocían al vecino de la puerta de al lado. Y cuando algún vecino abría la puerta para salir, mientras estabas esperando al ascensor, volvía a cerrarla para no tener que darte los buenos días.
Mi experiencia personal me dice que cuanto mejor era nuestra situación económica, todo el mundo estabamos de peor humor. Puede ser casualidad, puede ser porque nos hacíamos mayores,.. pero yo creo que estabamos entrando en el circulo del 99.
Cuando yo vine al mundo, mis padres vivian en un pequeño piso, de no más de 40 metros, en un barrio obrero de una gran ciudad. Cuando los vecinos volvían del trabajo, si el tiempo acompañaba, se juntaban en la calle para charlar, con sillas que bajaban de casa. Los niños mientras tanto, jugabamos a hacer carreteras en el barro para después echar carreras con chapas de Bitter Cinzano (eran las mejores). Recuerdo subir a casa preparándome a la bronca de mi madre "pero mira como me viene, pero como me traés la ropa.. y los zapatos".
Mi padre fue progresando profesional y económicamente y nos mudamos a otro piso más grande en el mismo barrio; incluso tenía mi propia habitación. También allí bajaba a jugar con los amigos, pero como no había barro y había coches, a veces no encontrabamos a que jugar y nos aburríamos. Eso sí, ya no ensuciabamos la ropa y mi madre no me regañaba. Los mayores no bajaban a charlar a la calle, y aunque conocían a los vecinos sólo charlaban cuando coincidían en el ascensor.
Finalmente a mi padre le nombraron jefe de departamento, y compramos un piso de más de 200 metros en la mejor zona del barrio, con portero y todo. Allí los niños no bajaban a la calle, porque era muy peligroso, decía mi madre. Los mayores sólo conocían al vecino de la puerta de al lado. Y cuando algún vecino abría la puerta para salir, mientras estabas esperando al ascensor, volvía a cerrarla para no tener que darte los buenos días.
Mi experiencia personal me dice que cuanto mejor era nuestra situación económica, todo el mundo estabamos de peor humor. Puede ser casualidad, puede ser porque nos hacíamos mayores,.. pero yo creo que estabamos entrando en el circulo del 99.
8 Comentarios:
Yo tengo la sensación de que se comparte más cuanto menos se tiene. Que la necesidad llama a la solidaridad y la abundancia al aislamiento.
Por lo menos tengo la suerte de vivir en un barrio "obrero", donde los críos dan todo el polculo que quieren con el balón y las niñas se bajan a jugar a la plaza a las muñecas. La infancia ahora es fugaz, pero me gusta que mi niña viva en un sitio así la suya.
Muchas gracias por la reseña ;)
Dos puntualizaciones:
1: Las chapas de cinzano no eran las mejores (aunque si las mas chulas)
2: Mi proceso de crecimiento fue mas o menos similar, salvo que llego un momento en que el cambio fue de un pueblo a la capital. Todavia recuerdo las noches de verano hasta las 12 en la calle (me dejaban llegar mas tarde a casa de niño que de adolescente).
Hay veces que tiene uno que pararse a pensar si merece la pena una moneda de oro mas ...
En aquella época que no había para "na" la gente se conformaba, los niños utilizaban la ropa usada del hermano mayor o del padre y los mejores Reyes Magos que recuerdo fueron unos Juegos Reunidos Geyper de los que todavía quedan piezas.
Es curioso, tengo la impresión de que entonces era mucho mucho mucho más feliz.
Un abrazo.
Los más felices son los más ignorates. Los que no tienen nada porque no tienen de que preocuparse.
Telémaco, lo triste del asunto es constatar que hoy día no hay que llegar a ser jefe de departamento para que el vecino nos cierre la puerta del ascensor en las narices.
Supongo que la sociedad camina firmemente hacia la incomunicación, paradójicamente, ahora que vivimos en el mundo de la comunicación global, a través de canales artificiales.
Indudablemente, esto está contribuyendo a la despersonalización y a la deshumanización de la sociedad.
No es un vaticinio, sólo una hipótesis, que espero que no se confirme.
Agur.
Lo del circulo del 99 no es cuantitativo, es culitativo.
No creo que sea el dinero el que te cambia las cosas, más bien creo que es el sistema de prioridades.
libertacom tengo la misma sensación que tú, además tengo la sospecha que no es posible la felicidad si no se comparte.
mercurio, también conozco la vida en un pueblo donde pasaba grandes temporadas y donde de verdad era muy fácil ser feliz.
petergrillo ¡Que recuerdos! el juego de las escaleras, las ratas, la oca, aquellos pequeños conitos de colores, y mi mayor ambición que en los siguientes reyes magos me regalaran los juegos reunidos Geyper de 45 juegos, pues yo me tenía que conformar con el de 15.
chabacano bienvenido al blog, gracias por tu amabilidad. La imagen de Sísifo más grande que tengo es esta. La grande de debajo del titulo te la envio si me envias un correo con tu dirección de correo.
naufragus creo que tienes razón. Como decía Enrique Jardiel Poncela "Hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo".
galufante muy interesante tu apreciación. Efectivamente también puede ocurrir que sea la sociedad entera la que este cambiando la comunicación por comunicación virtual, el sexo por sexo virtual y la felicidad por felicidad virtual igual que cambio la leche natural por la leche pasteurizada y ahora a cualquier niñó le aborrezca un vaso de leche recien ordeñada.
Quizás no hablo con mi vecino en el ascensor y me comunico mediante el blog con gente que vive al otro lado del planeta.
Las nuevas tecnologías deberían complementar las formas de comunicación clásicas, pero quizás estemos cayendo en el error de hacer que las sustituyan. Como sostenía Camus, el mundo parece haber dejado de tener sentido. ¡Tenemos que hacer algo para recuperarlo!.
Lula como siempre tienes razón. Tenemos que aprender a ser felices limitando nuestros deseos en lugar de satisfacerlos.
Por lo que dices en ambas orillas del Océano Atlántico tenemos vivencias paralelas. Por otra parte no podía ser de otra manera, nuestro mundo en realidad es muy pequeño.
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