Para ayer
Como dice el Consultor Anónimo estamos acostumbrados a recibir los encargos “Para ya” o “Para ayer”, como suelen pedir en mi empresa.
Pues no sé si realmente es parte de nuestra cultura, o es algo inherente a todo el mundo mundial, como diría Manolito Gafotas.
El caso es que muchos de los que tenemos que realizar un trabajo en un tiempo limitado sufrimos el llamado “Síndrome del Estudiante” y concentramos la intensidad del esfuerzo dedicado a dicho trabajo justo antes del tiempo de entrega prometido.
Y esto, inevitablemente, hace que la más mínima incidencia que surja impida cumplir con las fechas de entrega prometidas. Además los trabajos que no eran urgentes se convierten en urgentes, y cuando casi todo es urgente la planificación sólo sirve para hacer bulto en los informes de seguimiento del proyecto.
El cliente, victima del mal servicio, se intentará cubrir pidiendo los trabajos para antes de lo que en realidad necesita. Como todos los clientes hacen lo mismo, te sobrecargas aun más de trabajo, con lo cual empeora aun más el servicio, e incumples los plazos de más trabajos y con mayores retrasos.
Cuando el servicio sigue empeorando los clientes, cubriendose un poco más, piden los trabajos con mayor urgencia. El ciclo se realimenta hasta que al final todo el mundo pide siempre “Para ayer”.
También por eso ocurre que a veces, haciendo un esfuerzo excepcional, saliendo a altas horas de la oficina y faltando a la representación de teatro escolar de tu hija, consigues cumplir con el plazo. Y un mes después, entras en el despacho del jefe y se te cae el alma a los pies al observar el informe sin abrir, en el mismo sitio que lo dejastes urgentísimamente aquel día en que tu mujer dejó de hablarte.
Pues no sé si realmente es parte de nuestra cultura, o es algo inherente a todo el mundo mundial, como diría Manolito Gafotas.
El caso es que muchos de los que tenemos que realizar un trabajo en un tiempo limitado sufrimos el llamado “Síndrome del Estudiante” y concentramos la intensidad del esfuerzo dedicado a dicho trabajo justo antes del tiempo de entrega prometido.
Y esto, inevitablemente, hace que la más mínima incidencia que surja impida cumplir con las fechas de entrega prometidas. Además los trabajos que no eran urgentes se convierten en urgentes, y cuando casi todo es urgente la planificación sólo sirve para hacer bulto en los informes de seguimiento del proyecto.
El cliente, victima del mal servicio, se intentará cubrir pidiendo los trabajos para antes de lo que en realidad necesita. Como todos los clientes hacen lo mismo, te sobrecargas aun más de trabajo, con lo cual empeora aun más el servicio, e incumples los plazos de más trabajos y con mayores retrasos.
Cuando el servicio sigue empeorando los clientes, cubriendose un poco más, piden los trabajos con mayor urgencia. El ciclo se realimenta hasta que al final todo el mundo pide siempre “Para ayer”.
También por eso ocurre que a veces, haciendo un esfuerzo excepcional, saliendo a altas horas de la oficina y faltando a la representación de teatro escolar de tu hija, consigues cumplir con el plazo. Y un mes después, entras en el despacho del jefe y se te cae el alma a los pies al observar el informe sin abrir, en el mismo sitio que lo dejastes urgentísimamente aquel día en que tu mujer dejó de hablarte.
2 Comentarios:
Que me vas a contar si mañana tengo una entrega ....
Bueno, en algún caso, es al contrario. El cliente se espera hasta que no le queda más remedio y entonces todo son prisas.
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